El coronavirus COVID-19 es la pandemia que ha sido declarada emergencia de salud pública internacional. Esto es algo que no podemos evitar, pero está en nuestras manos tomar acción mediante la prevención, con medidas básicas de higiene y fortaleciendo nuestro sistema inmunológico.
El COVID-19 tiene una gran capacidad de propagación, se transmite principalmente por gotas procedentes de la vía respiratoria, al estornudar, toser o hablar. Estos virus entran al organismo a través de ojos, nariz o boca. Por esta razón es importante que las personas que presentan síntomas de gripa usen cubrebocas, además de poner en práctica reglas de higiene básicas, como lavado frecuente de manos y evitar tocarse la cara. Este virus puede permanecer hasta 9 días en superficies como metal, vidrio o plástico, por lo que es importante desinfectar con alcohol o agua oxigenada las superficies con las que una persona infectada esté en contacto. Tomar en cuenta el lavado de manos después de tocar cualquier superficie de uso público, por ejemplo, transporte público, áreas públicas y dinero (monedas y billetes).
Es un hecho bien conocido la relación del estado de nutrición con el sistema inmunológico. Para que el sistema inmune funcione correctamente, se re q u i e re un nivel adecuado de nutrientes en el organismo y una buena disponibilidad de los mismos. Es por ello que personas con desnutrición, han sido blanco fácil para el desarrollo de infecciones por virus o bacterias a lo largo de la historia de la humanidad, aumentando no solo la morbilidad, sino la mortalidad por infecciones. En contraste, recientemente se ha estudiado como personas con obesidad, que presentan inflamación celular de bajo grado, también pueden ser presa fácil de infecciones, creciendo el riesgo de mortalidad en esta población.
Varios estudios científicos han demostrado que el consumo de ciertos alimentos puede incrementar la capacidad de nuestro sistema inmune y reducir las consecuencias de infecciones virales, uno de estos alimentos es la fibra dietética. El consumo de alimentos con fibra dietética incrementa la cantidad de bacterias benéficas en nuestro intestino. Estas bacterias producen moléculas protectoras como los ácidos grasos de cadena corta que incrementan la producción de células inmunes en la médula ósea. Estas células viajan a los pulmones y reducen la capacidad de infección de los virus. La fibra dietética se encuentra en verduras, frutas, granos integrales y leguminosas como lentejas, frijoles, brócoli, espinacas, zanahorias, naranja, papaya, arroz integral y avena.
Por lo que respecta a las grasas, una dieta con un adecuado consumo de grasas de alta calidad favorece la salud del sistema inmunitario. Por lo que conviene incluir en la dieta pescado azul (atún, salmón, sardinas), frutos secos (nueces, pistaches, almendras), aceite de oliva.
Un consumo regular de lácteos fermentados como yogur o kéfir contribuye, asimismo, a aumentar las defensas inmunológicas. Hay estudios que demuestran que quienes consumen estos alimentos de forma regular presentan un mejor estado del sistema inmunitario además de una mayor resistencia a intoxicaciones alimentarias. Esto debido al fortalecimiento de la microbiota intestinal.
Los nutrientes como la vitamina C, que encontramos en cítricos, el ácido fólico, que se encuentra cereales fortificados, las vitaminas B6 y B12 que se encuentran en productos de origen animal como la carne de res y el pollo, son conocidos desde hace tiempo como parte fundamental del correcto funcionamiento del sistema inmune.
Actualmente se estudian nuevos nutrientes, que al parecer también impactan en el correcto desarrollo del sistema inmune como lo son la vitamina D, que encontramos en la leche, la vitamina A, que se encuentra en la yema de huevo, y la vitamina E, que consumimos en aceites vegetales y semillas. Además de minerales como el hierro, cobre y zinc, que se encuentran en alimentos de origen animal, semillas y leguminosas.
El sistema inmunológico puede verse también alterado a causa de algunos acontecimientos estresantes. En estos contextos puede producirse una reducción de las defensas naturales y el consiguiente aumento de la sensibilidad a infecciones, alergias, enfermedades inflamatorias y cáncer, entre otras. Para favorecer el correcto funcionamiento de las defensas es imprescindible dormir un número de horas suficiente y regular el estrés.
La otra estrategia para reducir la gravedad de la infección es la realización de actividad física. Esto es debido a que el ejercicio también mejora la capacidad del sistema inmune de responder a una infección viral y reduce la inflamación causada por la misma infección, evitando las complicaciones sistémicas que causan la muerte.
En conclusión, medidas básicas de higiene, que deberíamos de utilizar de forma regular y no aislada, son la base de la prevención. Además de un estilo de vida saludable que fortalezca nuestro sistema inmune, a través de una alimentación equilibrada, peso corporal saludable, reducción del estrés, horas de sueño suficiente y ejercicio, son las herramientas, no solo para evitar el desarrollo de una infección por virus, sino para mantenernos sanos y prevenir todo tipo de enfermedades.
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Bibliografía
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